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martes, 31 de agosto de 2010

EL BOLETIN DEL VIGILANTE. Nº 3 Agosto-2.010

Uno de los cánceres existentes en nuestro sector es la precariedad; nos encontramos desarrollando nuestro trabajo en un entorno en el que la fehaciencia de los actos administrativos se la pasan por el forro, y por tanto, las garantías administrativas del estado de derecho son vulneradas constantemente al ser sustituidas por un sistema alegal oscurantista en el que las normas no escritas, y los acuerdos y las ordenes verbales, campan por sus respetos, y el orden jerárquico de las fuentes del derecho se invierte, llegando a tener en la práctica más relevancia la Costubre que la Ley. Resultado de todo ello, la propia Ley se hace ineficaz, puesto que no se aplica, y su existencia pasa a ser meramente anecdótica, por lo que, despojados los más débiles, es decir: los trabajadores de base, de la aplicación de los derechos que la Ley les confiere, éstos quedan a merced de cualquier abuso, en una grosera aplicación de la ley, pero la del más fuerte.

Mejor nos entenderemos con diversos ejemplos:

. El lugar de prestación de servicio: No existen derechos sobre el mismo, por lo que cualquier traslado queda a criterio de cualquier cacique de la empresa, por lo que se convierte en un elemento de chantaje.

. Las horas extraordinarias: Han llegado a ser un sucedáneo de un sueldo digno, pero su distribución queda al criterio de cualquier cacique de la empresa, por lo que se convierten en un elemento de chantaje.

. Los cuadrantes: Se dan siempre sin sellar y sin firmar, por lo que no existe constancia de compromiso de los mismos, ni de nadie que se responsabilice de ellos, por lo que cualquier cambio sobre la marcha queda a criterio de cualquier cacique de la empresa, por lo que se convierte en un elemento de chantaje. O simplemente si se les pone no pagarte parte de las horas, te buscas la vida si puedes para demostrar que las has hecho.

. Las operativas y las órdenes en el servicio: En muchos casos son verbales y se dan sobre la marcha, llegando a ser habitual que sean transmitidas espontáneamente por compañeros, adquiriendo con el tiempo la calidad de simples rumores que no se sabe si son ciertos, por lo que cualquier manipulación sobre las mismas queda a criterio de cualquier cacique de la empresa o del cliente.

. La regulación del tiempo de descanso durante el servicio, establecido por el Estatuto de los Trabajadores: Se establece por costumbre, sin que exista un permiso expreso para su disfrute, ni siquiera verbal, por lo que cualquier manipulación sobre el mismo queda a criterio de cualquier cacique de la empresa o del cliente. Y si sales al exterior del servicio, siempre de forma consentida pero no expresamente, de vez en cuando te amagan con que te pueden acusar de abandono de servicio. Existen servicios de doce horas que sólo permiten 20 minutos para comer (por turnos); y además, empieza a restar: cinco minutos para llegar desde el puesto hasta el comedor y otros cinco para volver, cinco minutos para preparar la mesa y calentar la comida y después recogerlo todo y limpiar la mesa, cinco minutos para ir a lavarte las manos y los dientes, y ¿cuánto tiempo te queda? O minutos; bueno, pues: ¡¡¡milagro!!!, porque lo cierto es que la gente no se muere de hambre, o sea, que come; ¿que cómo lo hacen? Pues no lo sé; a ver si alguno de los que prestan servicios en algunos hospitales y en algunos edificios públicos se anima y nos deja un comentario explicándonoslo. Y existen servicios, como en RENFE, que no te dan ni ese tiempo, ya que las órdenes son claras, aunque también sin que nadie las firme o se responsabilice de ellas: Patrullas sin parar durante todo el servicio con constantes puntos de presentación, sin que se contemple posibilidad de detenerse a desayunar (hay servicios que comienzan a las cinco dela mañana), o a cenar (también los hay que acaban después de las doce de la noche). Evidentemente también digo yo que comerán, pero esos mejor que no nos digan cómo ni dónde, no sea que lo lean los de RENFE y les veten por distraerse del servicio.

. Los jefes de equipo: La mayoría ni siquiera han sido nombrados de forma fehaciente, por lo que cualquier cacique con vocación de kíe se puede autonombrar, puede ejercer y se puede consolidar ante la pasividad de inspectores y jefes de servicio (¿verdad, Copito -Urb. Cotos d Monterrey-?; ¿verdad, Bonilla, por cierto, hoy inspector -Metro-?; ¿verdad, Nica -Metro-?; ¿verdad, Tino -Las Barranquillas-? Por cierto, ¿sacaste ya el título de vigilante?; ¿verdad, Papito -Metro-?; ¿verdad, Blanquiño, por cierto, sindicalista de pro -Metro-?; ¿verdad, Blasco, por cierto, sindicalista de pro -Menores-?) no hay espacio para saludar a más, pero los demás que andáis por ahí no os preocupéis; pronto publicaremos una lista , ésa actualizada, y habrá saludos para todos, y de paso informaremos a vuestros compañeros en el servicio de que os hemos saludado, para que os feliciten, os hagan la pelota, o por si quieren también hacer otras cosas.

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Hemos nombrado algunos ejemplos de precariedad, que tan bien les viene a los caciques que constantemente vulneran nuestros derechos. Hay muchas más situaciones basadas en ella. Pero también habéis de saber que quien las propugna, lo hace amparándose en la ignorancia y el miedo de los demás, porque la verdad es que existen cauces legales para hacer frente a todos esos desmanes; poco a poco iremos tratando cada uno de ellos; hoy nos vamos a centrar en algo relacionado con el primer ejemplo que hemos expuesto: El lugar de prestación de servicio, y la sentencia dictada al respecto hace escasas semanas contra la empresa FALCON, la cual ha sido llevada por un sindicato independiente llamado ATES y que llegado a nuestras manos, en la misma se obliga a la empresa a reponer a un trabajador trasladado arbitrariamente en su anterior servicio. Os la publicamos íntegramente a continuación omitiendo el nombre del trabajador. Os recomendamos que la leáis despacio y completamente porque no tiene desperdicio y es la prueba más palpable de que no se puede hacer con nosotros lo que les venga en gana, que somos trabajadores con derechos que podemos ejercer, que vivimos en un estado de derecho amparado por la Ley y que la Ley hay que respetarla en el trato con los ciudadanos, también con nosotros.